Nonahood Latino: ¿En qué momento notaste que podías vivir del arte?
Eli Rivera: Tuve fe. Una amiga me pagó el pasaje para llegar aquí. Y me sugería ir a tiendas por departamento a buscar empleo. Y siempre me dije que no. ‘Dios, tú me diste un talento, permitiste que viniera aquí. Tengo un propósito.’ Nunca me vi trabajando en restaurantes.
NHL: ¿Cuál es el mural que te representa?
ER: Cuando llegué a este país, hubo un cliente que me pidió pintar Avatar. Al principio, fue muy complejo. Lo hice y les gustó.
Rivera reconoce que los exámenes más difíciles los toma frente a una pared, bajo exigencias de un cliente. Y también bajo la mirada ilusa de los niños, pues las caricaturas y animaciones tradicionales de Disney y otras compañías afines reinciden en la lista de peticiones.
Empieza a las 9 a.m., viste ropa cómoda, y marca sus trazos que mucha gente en las redes sociales confunde con etiquetas … lo que le causa mucha risa. “No, señora, es pintura de verdad,” recalca. “Uso etiquetas cuando el cliente las quiere.”
“Cuando tú pintas, puedes crear encima del dibujo pero nunca borras,” relata como parte de su rutina. “No ensayo nada. Lo que el cliente me pida, yo le hago. Lo que sale de mi técnica son los rostros humanos. Nadie me enseñó a pintar. No hago retratos.”
NHL: ¿En qué momento notaste que tu emprendimiento ya estaba listo para ser empresa?
ER: Con las redes sociales. Normalmente uso el Instagram y [Facebook] Marketplace. Y allí empezaron a reproducirse las cotizaciones.
Rivera tiene un oficio que requiere su presencia. Aun y cuando las herramientas digitales han permitido producir dinero a distancias remotas, la composición de imágenes que tienen sus murales exigen el talento del cuerpo presente. “Eli, artista” y “Eli, la muralista” son algunas de las etiquetas que identifican su contacto en muchos teléfonos de potenciales clientes, cuando ella misma reconoce: “Nadie me enseñó a pintar en un país [Colombia] donde no valoran el arte como aquí y donde no tenía el apoyo de mi familia”.
He allí su gratitud con estas tierras, que la cobija sin olvidar sus raíces, y el tamaño de los escalones que ha superado, no para hacerse rica sino para aprender a lidiar con los riesgos, solidificar su nombre, dejar una huella en cada pared, y saber identificar dónde está el oro de su trabajo: el talento.
Dentro de la sencillez de Rivera está el no gastar el tiempo recordando los “no” que la vida le ha dado. Reconoce que los escasos conocimientos en el idioma inglés resume su única barrera para tener más. Pero eso no afecta su ganancia. Tiene dos hijos de 24 y 21 años que realmente representan su mayor activo.
NHL: ¿Qué es lo nuevo que quieres intentar?
ER: Me gustaría hacer estucos venecianos, aún no los he visto aquí. E iniciar una carrera en diseño de interiores. Mi única barrera es el inglés, pero es parte de mi meta.
Un par de reconocimientos en tan poco tiempo le inunda de emoción, Mujer Talento del Año (2018), otorgado por el periódico La Prensa. Y otro de índole internacional: “I Migliori Artisti della Decorazione by Contevinx.”
Eli Rivera es abierta a responder: “No soy de estresarme tanto.” Su trabajo es poner color a espacios privados, pero no descarta ver un mural hecho por ella misma en una playa de la Florida, con caballos, animal que para ella representa la fuerza y la nobleza.
Para ver más de Eli Rivera, visita
www.elipaintdesign.com o @elimuraldesign en Instagram.