por Lara Tapia
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4 de diciembre de 2018
Uno de los mayores enigmas de la ciencia siempre ha sido definir la relación entre la enfermedad física y la salud mental. ¿Porqué nos enfermamos? ¿Porqué envejecemos? En todo caso, hemos aceptado la enfermedad y el envejecimiento como productos irremediables del conocido estrés cotidiano, el mal emblemático del siglo XXI. Llegó la hora de relajarnos. Una buena salud es lo mas valioso que podemos poseer en cualquier edad. Siempre que enfermamos o que nos encontramos en un nivel de energía bajo, comenzamos a experimentar malestares, depresión, ansiedad, tensión, entre otras molestias comunes que sólo se remedian cuando el cuerpo recupera su estado óptimo de salud y vitalidad. La buena noticia es que todos tenemos el poder para superar estas sensaciones de inestabilidad. El ejercicio del Yoga nos hace más consientes de este poder natural, en la medida en que trabajamos nuestro cuerpo. Respiramos entre posturas que fortalecen todos nuestros órganos y músculos, estimulan la liberación de toxinas y optimizan nuestros puntos energéticos, afectando positivamente nuestra conexión física, mental y espiritual con el “Todo” que nos da sentido creativo, llámese Dios o Universo. Las enfermedades suelen ser síntoma de la desarticulación de ese vínculo primigenio. El estado de salud presente no es mas que un reflejo de cómo nos percibimos a nosotros mismos y al mundo. La incertidumbre, el miedo y la inseguridad afectan el sistema nervioso inmunológico, sobre todo cuando estas emociones son muy prolongadas. Es aquí que el poder de la mente influye sobre la estabilidad del cuerpo. Por lo tanto, somos responsables de manejar nuestra manera de pensar, para tomar control de nuestro bienestar físico, emocional y espiritual. Evitemos pronunciar frases que nos restan energía, tales como “bueno, así es la vida” o “bueno, de algo hay que morir”. El primer paso para optimizar nuestra salud física es sanar emociones pasadas, liberando al cuerpo de pensamientos tóxicos que afectan nuestras vidas. Es aquí donde comienza nuestro camino hacia una salud radiante. No importa la edad, comenzaremos a sentirnos más plenos. En esta intensa jornada hacia la sanación integral resultará imprescindible cultivar nuestra espiritualidad, la esencia de cada ser, esa voz única que todos poseemos. De esta manera, también desarrollaremos nuestra intuición o sabiduría interna, nuestra conexión con Dios o el Universo. Para fortalecer tanto nuestra mente como nuestro cuerpo, es preciso tomar control de nuestras energías. Al estar consientes de la calidad de nuestros pensamientos y del flujo energético del que constantemente somos parte, comenzaremos a tomar acciones transformadoras más contundentes. Cambiar nuestra energía y vibración nos hará sentir empoderados y dará otro sentido a nuestras preocupaciones, generando así un profundo sentimiento de confianza y felicidad. Entonces comenzaremos a ver interesantes resultados en nuestra vida diaria y nuestra salud física y mental, que redundarán a la vez en afectar la calidad de vida de quienes nos rodean. He aquí la base de una vida creativa, próspera y gratificante: reconocer que somos un Espíritu en un cuerpo donde la mente creativa se manifiesta.