por Mariagabriela García Herrera
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22 abr, 2021
Una galleta no recompensa la misión social, patriótica, y heroica que ejecutan los perros en medio de la pandemia del COVID-19. La expresión popular, “El perro es el mejor amigo del hombre,” ya debería figurar bajo un concepto académico por su labor para detectar la presencia del virus, incluso en personas asintomáticas. El propósito viene de las estadísticas que barre al mundo de contagiados y muertes – una desaparición parcial de familias a causa del virus y sus alcances económicos y sociales. Así como han sido entrenados para detectar la presencia de orina, explosivos, dinero, narcóticos, y otras sustancias, lo han hecho para detectar el COVID-19 con un entrenamiento previo de siete meses, llevado a cabo con cierto escepticismo. El protocolo inició en septiembre de 2020 en el aeropuerto de Helsinki en Finlandia. Un artículo publicado en BBC explica el proceso: “Aprendieron a reconocer el virus … se les puso muestras, en este caso la saliva de personas contagiadas, junto a la comida o un objeto con el que entrenaban habitualmente. Después, se les quitó la comida o el objeto y solo se les dejaba la prueba positiva.” Cultivar el hábito en ellos es cuestión de enfoque y estímulo: “El siguiente proceso consistió en alternar esas muestras con otras que no contuvieran el virus, y cuando reconocieron la que contiene la muestra positiva, se les daba un premio.” De acuerdo a un estudio elaborado por la veterinaria Susan Hazel, perteneciente a la Universidad de Adelaide en Australia: “Lo que huelen los perros son muestras de sudor de las personas que pueden estar contagiadas o no.” Y esta capacidad de olfatear resulta más eficaz en ellos que en los humanos. De acuerdo a la fuente Infobae, “Las personas tienen cerca de seis millones de receptores olfativos mientras que los perros poseen 300 millones. Las personas inhalan una vez por segundo y medio mientras que los caninos de cinco a diez veces por segundo.” Un examen que solo dura diez minutos – bajo el consentimiento de los pasajeros – facilita la circulación de personas en lugares de gran tráfico como es común en un aeropuerto, donde la posibilidad de contagio del COVID-19 y un sinfín de virus es altamente probable. Por eso, ¿cuáles son los países donde se está llevando a cabo este método? El Líbano, Argentina, Chile, Alemania, EE.UU, Colombia, México, y por supuesto Finlandia, pionero en el tema. ¿Cuáles son las novedades en comparación con una prueba de laboratorio? Es un método confiable y de bajo costo. Es ideal para la detección en hospitales, puertos, fronteras, competencias deportivas, eventos culturales, y sitios abiertos donde los perros tienen acceso. La precisión es de un 95%. Un perro puede olfatear a 250 personas por hora. Detectan el virus en humanos cinco días antes de que se desarrollen los síntomas a través del sudor y las lágrimas. El virus no tiene un olor en particular. Es la reacción del viajero ante la posibilidad de infección. Ante la inquietud de que si los canes pueden llegar a contagiarse, la respuesta es NO, debido a que las muestras están protegidas por un material que evita el contacto con el material. En el caso de los aeropuertos, los pasajeros no tienen contacto físico directo con el perro. Se les pide que froten su piel con una toalla que es puesta en un frasco y se lleva al canino que se encuentra en una cabina separada. Los perros utilizados para esta misión no son los mismos para rastrear drogas, debido a la posibilidad de que un infectado sea consumidor de este tipo de sustancias y sesgue el enfoque de la información. ¿Hay un registro histórico que evidencia la efectividad de este método? Varias razas de perros ya están entrenadas para detectar malaria, ciertos tipos de cáncer, y la enfermedad de Parkinson. Otros detectan migrañas a través del comportamiento de los pacientes. Hay otros entrenados para olfatear cuando hay alteraciones en el valor de azúcar, ataques de epilepsia, pérdida de conciencia, y hasta el miedo. Lo cierto es que el COVID-19 nos ha demostrado, entre tantas cosas, que el desapego a la superficialidad es clave para tener un estilo de vida balanceado – que en medio de la desesperanza la respuesta puede venir de quien menos usted espera. Por ejemplo, de una especie que se abre caminos usando su hocico, haciendo tareas que para algunos humanos pueden resultar repugnantes o atacantes, pero, para él, es un simple acto de obediencia y asistencia. Yo lo calificaría como uno de los sucesos más heroicos a recordar cuando vivamos en la “nueva normalidad.”